«Una empresa saludable es aquella en la que toda la plantilla colabora en un proceso de mejora continua para promover y proteger la salud, seguridad y bienestar de las personas que forman parte de la misma».  Este concepto supera la exigencia legal para alcanzar aspectos voluntarios de gestión de la salud en el trabajo desde un punto de vista integral: psicológico, físico y de seguridad laboral.

Este enfoque integral se recoge en el ODS 3 SALUD Y BIENESTAR, bajo el objetivo de “garantizar una vida sana y promover el bienestar de todos a todas las edades”, como uno de los pasos a dar en la senda hacia el desarrollo sostenible; Y es “uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o social”, según los principios establecidos en el Preámbulo de la constitución de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Salud física y mental van unidas, interactúan y se influyen mutuamente.

La salud física y mental de la población se ha convertido en el foco de atención, tanto en las instituciones públicas y sanitarias, como en las empresas privadas que asumen la responsabilidad ética de cuidar a sus empleados, puesto que no hay prosperidad sin salud ni desarrollo sin bienestar.

Asimismo, el último informe del Ministerio de Salud Pública, muestra esta situación, por lo que para dar respuesta a esta nueva forma de abordar la salud de las personas, las empresas han pasado de desarrollar programas aislados de promoción del deporte o alimentación saludable, a implantar programas integrales bajo la idea de Empresa saludable o Bienestar corporativo que aborden los aspectos del bienestar de las personas trabajadoras desde una visión de 360º; e integran acciones en pro del Bienestar Físico, Emocional, Social y Laboral, enfocadas a:

Fomentar el cuidado preventivo de la salud

• Realizar revisiones médicas personalizadas a los trabajadores que están dentro de grupos de riesgo.
• Facilitar servicio de fisioterapia.
• Facilitar la práctica de meditación y yoga.
• Reducir o evitar el consumo de tabaco y alcohol.

Fomentar la actividad física

• Fomentar la inscripción en carreras deportivas.
• Facilitar la organización de grupos de baile.
• Alianzas con centros deportivos.

Promover la alimentación saludable

• Charlas internas sobre nutrición saludable.
• Clases de cocina de recetas y menues saludables.
• Acceso a fruta gratuita en las oficinas.
• Acceso a máquinas expendedoras de comida con opciones saludables.

Todas estas acciones provocan un aumento del bienestar en general, reducen los niveles de cortisol y por lo tanto de estrés, mejoran la actitud y el estado de ánimo, la interacción social y la productividad en las actividades diarias.

Para materializarlas se puede recurrir a modalidades presenciales u on line, lo importante es que sean alternativas accesibles para los empleados y que se ajusten a sus posibilidades laborales, económicas y personales, y por supuesto que su implementación sea sostenible en el tiempo por parte de la organización.

Para ello, la empresa puede ofrecer actividades presenciales u online para realizar también en familia, tales como sesiones de meditación, yoga, charlas sobre bienestar emocional, programas de mejora de nutrición personal y familiar, servicios de telemedicina para los empleados y sus familias directas, y programas para eliminar adicciones como el tabaquismo.

Otras opciones son impulsar acciones deportivas corporativas lideradas por empleados, tales como una maratón de empresa, u otros retos conjuntos tales como retos de meditación de 21 días, objetivos por kilómetro en sesiones de running o grupos y clubes corporativos de actividades deportivas.

Si la empresa tiene un verdadero compromiso con el deporte y la salud de sus empleados también será necesario que desarrolle políticas y modalidades de trabajo que faciliten la conciliación, como los horarios flexibles.

A nivel laboral, son además una palanca de atracción y retención de talento, favorecen un entorno laboral optimista y positivo, fortalecen el compromiso y el vínculo entre los trabajadores y la organización y, por todo ello, repercuten positivamente en términos de productividad.

Finalmente, cabe recordar la necesidad de medir el impacto de las acciones que se implementen en este ámbito en la empresa. Algunos indicadores que se pueden aplicar para la medición son:

• % de reducción de las bajas por enfermedad.
• % de reducción de la tasa de rotación de personal.
• % de mejora de los índices de encuestas de clima o de satisfacción de empleados.
• % de mejora del nivel de productividad.

En definitiva, una empresa saludable es aquella en la que tanto empresarios, directivos o trabajadores se muestran orgullosos de formar parte[1], por lo que tendrá mejores índices de producción y una baja rotación de personal, dos elementos claves para asegurar la resiliencia empresarial.