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23 Abr, 2024

Agenda Canaria 2030, sostenibilidad y productividad empresarial

David Padrón Marrero

Profesor Contratado Doctor, Departamento de Economía Aplicada y Métodos Cuantitativos, Universidad de La Laguna.

 

A pesar de que la Resolución A/RES/70/1 de la Asamblea General de Naciones Unidas, titulada Transformar nuestro mundo: la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (más conocida como Agenda 2030), fue aprobada el 25 de septiembre de 2015, aún existe un amplio desconocimiento entre la ciudadanía y las organizaciones de todo tipo, también entre las empresas, en torno a su alcance.

Pese a los grandes avances alcanzados en los últimos años, el desconocimiento de esta hoja de ruta global en pro del desarrollo sostenible se acrecienta en el caso del ejercicio consistente en su contextualización en Canarias, a saber: la Agenda Canaria de Desarrollo Sostenible 2030 (en adelante, Agenda Canaria 2030). Aprobada el 2 de diciembre de 2021, la Agenda Canaria 2030 es el resultado de un proceso altamente participado que traduce en clave canaria los grandes objetivos y metas de la Agenda 2030 de la ONU.

Son muchos los aspectos desconocidos por el público en general. Aún hay que hacer mucha pedagogía en torno al verdadero alcance del desarrollo sostenible, los principios fundamentales sobre los que se levanta la Agenda 2030 de la ONU y, por extensión, la Agenda Canaria 2030, cuáles son los grandes facilitadores para su consecución, etc.

No es este el lugar ni el momento de entrar a exponer estas consideraciones. En su lugar, me contentaré con recordar que la sostenibilidad tiene tres esferas críticas: la económica, la social y la ambiental. Las tres son igual de importantes, al menos desde el enfoque de la Agenda 2030, y debe procurarse su desarrollo equilibrado. De ahí la insistencia de la ONU en recordarnos el principio de interconexión e integralidad: las dimensiones y objetivos de la Agenda 2030 no son compartimentos aislados, debiendo observarse las sinergias (para fomentarlas) y contradicciones (para abordarlas). De esta forma, por ejemplo, una acción que fomente el empleo o la productividad no podrá considerarse como sostenible si no se valora antes cómo está impactando sobre las restantes dimensiones y objetivos de la Agenda.

La sostenibilidad tiene tres esferas críticas: la económica, la social y la ambiental. Las tres igual de importantes, al menos desde el enfoque de la Agenda 2030, y debe procurarse su desarrollo equilibrado

Fruto de este desconocimiento es la sorpresa que multitud de personas y organizaciones manifiestan cuando se les explica que la Agenda (Canaria) 2030 también nos insta a promover la productividad, la eficiencia y la eficacia; que para las personas y organizaciones comprometidas con la sostenibilidad, la productividad, la calidad de nuestro ecosistema regional de innovación, la transformación digital, el capital humano, la calidad del capital gerencial, la sofisticación de los negocios o la gestión del talento son cuestiones que nos preocupan y ocupan. Eso sí, siempre bajo el paraguas de la visión sistémica e integral de la sostenibilidad, y, por lo tanto, siendo conscientes de que estamos hablando de instrumentos al servicio de un propósito nuevo y superior.

Dada la naturaleza de la publicación en la que se incorpora este artículo, me centraré en la dimensión económica de la Agenda Canaria 2030, en general, y en la importancia de la productividad, en particular.

 

Entre los principales retos estructurales identificados en ese marco estratégico compartido por todos los agentes territoriales de Canarias figura uno relativo a la necesidad de Superar las deficiencias estructurales del modelo económico de Canarias que, expresado en términos más propositivos, quedó redactado en forma de política aceleradora como Un nuevo modelo económico competitivo e inteligente, más diversificado, resiliente, inclusivo y verde.

Gráfico 1. Evolución del ranking autonómico según el PIB por habitante y la productividad *
(en euros por habitante, a precios constantes)

 Panel A. PIB por habitante

                                                                                          Panel A. PIB por habitante

Panel B. Productividad aparente del factor trabajo

                                                                              Panel B. Productividad aparente del factor trabajo

(*) Nota: Las CCAA han sido ordenadas, siendo el criterio de ordenación de mayor (parte superior del gráfico) a menor (parte inferior) PIB por habitante. Sólo se representa la posición relativa que ocupa cada CCAA en el mapa autonómico nacional. Fuente: Extraído de Olivera y Padrón (2024). Canarias, misión productividad. Gaveta ediciones (en prensa)

Para operativizar un poco esta proposición tan ambiciosa y genérica, se identifican un total de 9 áreas prioritarias de actuación. La primera de ellas refleja la importancia que se concede a la debilidad de nuestra productividad y coordenadas competitivas de Canarias. Sobre la base de lo que aducen múltiples estudios sobre productividad, el hecho de que Canarias ha abandonado la senda de la convergencia en producción y renta por habitante con el promedio nacional es un fenómeno que se correlaciona perfectamente con la debilidad de nuestra productividad.

La información representada en el gráfico 2 refuerza la conclusión anterior. Para el público no especializado, los datos facilitados en él indican que en el año 2019 la productividad agregada de Canarias solo fue superior a la de Murcia, Extremadura y Andalucía, y que aunque el factor especialización explica parte de la brecha observada frente al resto de CCAA españolas (efecto especialización), otro factor al menos igual importante tiene que ver con los bajos estándares de productividad de nuestros sectores productivos, ramas de actividad y empresas (efecto región). Fijémonos, por ejemplo, en la comparativa con el País Vasco (PV): los resultados del ejercicio contrafactual realizado señalan que aunque hubiésemos tenido en 2019 el mismo patrón de especialización del País Vasco, nuestra productividad (y, por esta vía, nuestra renta por habitante) seguiría siendo unos 10.000 euros inferior (efecto región).

Gráfico 2. Descomposición de la brecha en productividad de Canarias frente al resto de CCAA, 2019 (euros por ocupado) *

 (*) Nota: El análisis ha sido realizado a un nivel de desagregación de 20 ramas de actividad.
Fuente: Extraído de Olivera y Padrón (2024). Canarias, misión productividad. Gaveta ediciones (en prensa)

El mal comportamiento de la productividad no es algo nuevo. El Consejo Económico y Social de Canarias lleva advirtiendo de esta debilidad estructural desde al menos los informes anuales de 2007-2011 y la propia Confederación Canaria de Empresarios lleva alertando varios años de los bajos índices y el alejamiento cada vez mayor con respecto a la media europea que aquejan a la región, en sus distintos Informes Anuales sobre la Economía Canaria.

Aunque es los estudios reseñados anteriormente el enfoque es eminentemente macroeconómico, no cabe duda de su conexión con el ámbito micro de las organizaciones, entre ellas las empresas privadas. La Agenda 2030 se convierte en una guía inigualable en este sentido, recomendando cuestiones contrastadas como, por ejemplo, que las organizaciones y los trabajadores deberán hacer esfuerzos adicionales para garantizar que la productividad esté ligada a empresas saludables, por lo que hay que procurar una cultura que promueva y apoye una productividad saludable (heatlhy) y sostenible (sustainable) como elemento central del éxito a largo plazo. La productividad sin bienestar no es sostenible.

Para aquellas empresas para las que la atracción y retención del talento es una pieza clave, la afirmación anterior es incontestable: las organizaciones que deseen los mejores perfiles, deberán esforzarse por crear un ambiente de trabajo atractivo.

También desde la óptica de los clientes, la apuesta por la productividad sostenible tiene cada vez más sentido. Una proporción creciente de clientes basan sus decisiones de compra en la sostenibilidad, y no sólo en la productividad “a secas” (precio y otras características de los bienes y servicios producidos). A este respecto, véase el estudio Contribución de las empresas canarias a la Agenda 2030.

La productividad, no lo olvidemos, es la respuesta a una máxima que, en principio, todas las organizaciones empresariales deberían abrazar: hacer más con menos. Un deseo que se vincula estrechamente con la sostenibilidad ambiental: obtener más producto utilizando menos recursos como materias primas, electricidad, agua, etc., y generando menos residuos (valorizándolos, tal y como promueve el paradigma de la economía circular).  

Una lógica que bien se puede aplicar a la ciudadanía en general, a los hogares. Todos deseamos climatizar nuestras viviendas, tener acceso a electrodomésticos para el lavado de la ropa, agua caliente, etc. Y a la vez que nos hacemos con estas comodidades, buscamos ahorrar dinero y, cada vez una mayor proporción, minimizar los impactos ambientales. La productividad sostenible, y los procesos de innovación que la soportan, hacen compatibles estos deseos.

En síntesis, la Agenda (Canaria) 2030 y, por extensión, la apuesta por la productividad sostenible, brindan a las organizaciones empresariales el marco necesario para crear más valor, con menos recursos físicos, de materiales y energéticos. Significa administrar los negocios de manera respetuosa con el medio ambiente y cuidando del bienestar de sus plantillas. Se trata, en definitiva, de administrar las empresas para maximizar su impacto económico, social y ambiental. Eso es lo que significa aprovechar la Agenda (Canaria) 2030 para replantear el propósito de nuestras organizaciones y alienarlas con el deseo compartido de permanecer en los territorios de nuestras vidas en un futuro mejor, sostenible y más resiliente.